El Rayo Verde

No podía imaginar que ese día iba a ser tan mágico...

Era la segunda vez en mi vida que me disponía a contemplar un atardecer esperando tener la suerte de ver el mítico rayo verde, a quien ya Julio Verne dedicó el título de uno de sus libros.

Después de pasar el día en la playa de Amoreira, disfrutando con buenas olas, decidimos acercarnos a última hora al acantilado sur de dicha playa para ver la puesta de sol con la esperanza de observar este raro fenómeno. No fue un ocaso lleno de color en el que las nubes se pintan de tonos cálidos, el cielo estaba totalmente despejado y es por ello que el sol nos pudo mostrar su último rayo antes de desaparecer. Un momento inolvidable.

Os dejo con las imagenes.

Justo al acabar de esconderse por el horizonte el sol, las pardelas cenicientas comenzaron a moverse por la zona en vuelos bajos a ras de agua, buscando seguramente un buen lugar donde pasar la noche. Es como si ellas tambíen hubieran estado contamplando la puesta de sol y una vez finalizada la actuación del astro rey hubieran dicho: "Vámonos a dormir que ya no hay nada que hacer".