El día 21 de diciembre de 2015 y el día 1 de enero de 2016 pude volver a disfrutar de este maravilloso espectáculo que es la aurora boreal. En los dos días, las noches comenzaron con bastantes nubes. Sólo el día 21 de diciembre acabó aclarando y las nubes dieron paso al espectáculo de color.
Ya he comentado en otra entrada del blog cómo hago para salir en busca de auroras, así que no me repetiré, lo podéis leer aqui.
Esta vez las observaciones fueron un poco más al sur, a unos 50km al suroeste de Estocolmo en Gnesta.
El día 21 el Indice Magnético Planetario Kp alcanzó 8 en una escala de 9, por lo que seguramente se pudiera haber visto desde los Países Bajos y el sur de Gran Bretaña, como podéis ver en este mapa con la línea del límite sur de observación según la intensidad Kp. A mi ese día me cayó literalmente encima.
Paso a contaros un poco la experiencia de este día.
El día 21 el Indice Magnético Planetario Kp alcanzó 8 en una escala de 9, por lo que seguramente se pudiera haber visto desde los Países Bajos y el sur de Gran Bretaña, como podéis ver en este mapa con la línea del límite sur de observación según la intensidad Kp. A mi ese día me cayó literalmente encima.
Paso a contaros un poco la experiencia de este día.
Ese día estaba yo frente al ordenador y a eso de las 22:30 me dio por mirar en internet si se predecían auroras boreales. Cual fue mi asombro que en ese momento estaba el índice en 7.5 Kp. Eso era muchísimo y no podía pasar la oportunidad de intentar hacer la observación a pesar de estar cubierto de nubes, además no hacía mucho frío creo recordar que estabamos a unos 0º C y solo corría una ligera brisa.
Preparé todo rápidamente y cuando me quise dar cuenta ya estaba pedaleando en busca de oscuridad.
Al principio sólo se vía su ligerísimo resplandor a través del firmamento nublado. Yo sabía que estaba allí, pero no se disfrutaba como debía.
Al cabo de un tiempo, comenzó a despejarse de nubes, la luna brillo con fuerza entonces y pude ver salir a Marte de un bosque y ascender acompañado de estrellas.
Se veía un poco mejor la aurora boreal y me cambié de lugar a un sitio un poco más elevado con la esperanza de tener mayor perspectiva por si la cosa estaba para verse en la distancia.
Después de pasar casi tres horas viendo el resplandor verde en la noche oscura, cobijado al amparo de unos rollos de paja embalados, ya a eso de la 1:30 de la mañana me di por vencido. Desmonté el trípode y recogí la cámara, lo guardé bien empaquetado en la alforja de la bicicleta y con las manos ya en el manillar, un último vistazo atrás antes de ponerme a pedalear y ... ¡allí estaba! ¡había empezado lo gordo y casi me lo pierdo! Saqué rápidamente la cámara y monté el trípode, la bicicleta no sé dónde cayó.
Cuando mejor se veía, con las prisas y los nervios, no llegué a atinar con el enfoque y salió lo que salió. Pero estuvieron una media hora los espíritus danzando para mi, alguna vez incluso sobre mi cabeza, con movimientos rápidos, apareciendo y desapareciendo para volver a lucir un poco más acá o allá, formando cortinas como movidas por el viento de una ventana abierta, columnas altísimas... ¡Fantástico! Cuando acabó todo, volví a recoger y llegué a casa con una sonrisa en la cara que me duró varios días.
Preparé todo rápidamente y cuando me quise dar cuenta ya estaba pedaleando en busca de oscuridad.
Al principio sólo se vía su ligerísimo resplandor a través del firmamento nublado. Yo sabía que estaba allí, pero no se disfrutaba como debía.
Al cabo de un tiempo, comenzó a despejarse de nubes, la luna brillo con fuerza entonces y pude ver salir a Marte de un bosque y ascender acompañado de estrellas.
Se veía un poco mejor la aurora boreal y me cambié de lugar a un sitio un poco más elevado con la esperanza de tener mayor perspectiva por si la cosa estaba para verse en la distancia.
Después de pasar casi tres horas viendo el resplandor verde en la noche oscura, cobijado al amparo de unos rollos de paja embalados, ya a eso de la 1:30 de la mañana me di por vencido. Desmonté el trípode y recogí la cámara, lo guardé bien empaquetado en la alforja de la bicicleta y con las manos ya en el manillar, un último vistazo atrás antes de ponerme a pedalear y ... ¡allí estaba! ¡había empezado lo gordo y casi me lo pierdo! Saqué rápidamente la cámara y monté el trípode, la bicicleta no sé dónde cayó.
Cuando mejor se veía, con las prisas y los nervios, no llegué a atinar con el enfoque y salió lo que salió. Pero estuvieron una media hora los espíritus danzando para mi, alguna vez incluso sobre mi cabeza, con movimientos rápidos, apareciendo y desapareciendo para volver a lucir un poco más acá o allá, formando cortinas como movidas por el viento de una ventana abierta, columnas altísimas... ¡Fantástico! Cuando acabó todo, volví a recoger y llegué a casa con una sonrisa en la cara que me duró varios días.
La observación del día 1 de enero no fue de tanta intensidad y como dije, también estuvo nublado, con la diferencia de que ese día no quisieron disolverse las nubes y sólo pude ver algo donde las nubes eran más finas. Lo gracioso es que mientras yo iba al encuentro de las luces en la oscuridad me cruzaba con gente que se iba de fiesta y me felicitaban el año nuevo. Ese día hizo algo más de frío pero sin ser mortal. Y las nubes no daban signos de moverse de donde estaban por lo que me recogí más pronto.
Estos días pueden resumirse como:
Experiencias nocturnas
de sueños desvelados
donde algunos pensamientos
borrosos
terminan aclarando
en el fondo de alguna jarra de barro
con un poco de agua
a la luz de la luna llena.
Las fotografías están preciosas. Saludos.
ResponderEliminarQué va teresa, se pueden mejorar michííííísimo.
EliminarComo diría algún Unknown, la mayoría están borrosas.
Saludos.
¡Una gran experiencia! ¡Felicidades! Y bonitas fotos, por supuesto, aun sin auroras.
ResponderEliminarSaludos
Que maravilla!!!.. Debe de ser un espectáculo único.. Ojalá ajgun día pueda contemplarlo.. Saludos desde Madrid..
ResponderEliminar¡Qué envidia! ¡qué momento! Enhorabuena.
ResponderEliminarwow que pasada, tiene que ser alucinante, si me llevas te cambio la aurora por unos embutidos ibericos que eso estando fuera se que tira mucho... jejeje
ResponderEliminarA 'Ojolince y Sra.' nos ha gustado mucho el recorrido que nos muestras para seguir el fenómeno. Eso sí, lo suyo es estar ahí, compartiendo experiencia.
ResponderEliminarUn saludo, Goyo.