Como todas las primaveras, el campo se llena de color cuando los rayos solares chocan contra los pétalos de las flores que bañan nuestros paisajes para vibrar en diferentes longitudes de onda provocando un torrente cromático que nuestro ojo interpreta como verdes, amarillos, naranjas, rojos, violetas, azules, etc. Si fuésemos insectos nuestro campo visual del espectro óptico visible se ampliaría y descubriríamos nuevos mundos...
Y hablando de insectos, hace unos días encontré en el patio de casa, unas llamativas polillas en plenas tareas de perpetuación de la especie.

Se trata de Polillas del Ciruelo (
Yponomeuta padella). Unas bonitas mariposas nocturnas de alas blancas con lunares negros.

Se portaron de maravilla durante toda la sesión fotográfica sin moverse demasiado de la flor de viborera (
Echium plantagineum) que habían elegido como romántico lugar de apareamiento.

Una vez concluidos los "quehaceres" amorosos se dieron un respiro y dejaron que corriese un poco el aire. En ese momento yo las abandoné y no supe más de ellas. Quizás algún día quieran hacerme una visita nocturna, estaré encantado de atenderlas lo mejor que pueda y sepa.
... como bien dices está el campo que llega a emocionar. Hasta en las más pequeñas flores se urden grandes historias. Preciosas estas polillas del ciruelo.
ResponderEliminarSaludos.
Has hecho unas fotos llenas de elegancia y gusto estético. Preciosas.
ResponderEliminarSaludos,
Jesús