Una ascensión al Gilbo si el tiempo acompaña puede ser para recordar toda la vida. Su llamativa silueta escarpada le hacen parecer prácticamente inexpugnable desde la lejanía. Sólo quien se acerque a él con humildad acabará encontrandose con las maravillosas vistas que tiene desde su cumbre.

A lo lejos, el Espigüete le mira un poco por debajo del hombro y los hombres que habitaron un viejo pueblo sumido ahora en el líquido elemento, tienden un puente para no perder nunca contacto con este puntiagudo pico.

Las siluetas de los Picos de Europa recortan el cielo comenzando ya en estas fechas a cubrirse de blanco. Y el hayedo airea sus ramas despojadas de hojas poco antes de sumirse en un profundo sueño que le durará hasta la primavera.

Interminables paisajes con caminos a modo de curvas de nivel que sortean los collados sin apenas esfuerzo. Hay que atreverse con ellos y recorrerlos. Y subir a algún pico de vez en cuando...
wspaniałe foty!.., piękne krajobrazy..,pozdr:)
ResponderEliminarsin duda las vistas merecen la pena. Saludos
ResponderEliminarGracias por compartir mi foto, me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarMagnífica entrada, el entorno de Riaño me chifla.
Un abrazo!!